Manuel mira la silla y piensa lo bien que le va a sentar a su espalda. Le quita los plásticos, se sienta, ajusta el respaldo y el sillón, y se echa hacia atrás, sonriendo.
Recién terminado el informe y enviado por correo, suena el teléfono.
– Hola, Ana, dime … sí, sí, en uno de los AZ lo tengo, dame un momento- dice mientras se levanta de la silla.