Tras dejar su comida en el refrigerador del office, Manuel vuelve a su mesa y comprueba que los mismos que han traído su silla nueva se han llevado la antigua.
– Menos mal, un día más y me quedo sin espalda, con esa silla tan antigua.
Mientras la mira, aún con el embalaje de plástico, recuerda que hoy por la mañana es la fecha límite para entregar el informe y que lo tiene casi terminado.
– ¡No hay tiempo que perder!