– No te preocupes, lo llevo yo mismo – espeta Juan con confianza.
– ¿Estás seguro? Pesa bastante – comenta preocupada Carmen.
– Sí, sí, no es para tanto – dice Juan mientras se agacha y coge la caja.
Ve la puerta del almacén abierta y sale, buscando su coche con la mirada. Como no está acostumbrado a salir por el almacén, no se da cuenta de que la guía de la puerta sobresale y tropieza. No pierde el equilibrio y consigue mantener la compostura, pero la caja se le resbala y le cae en un pie.
– ¡Aarrghhh, me lo he partido!